miércoles, 12 de mayo de 2010

El domador de moscas...

No es muy alto, y tiene aires de científico loco. Pero es afable, cercano, activo y pausado a la vez, con sentido del humor. Confía en teorías nada apocalípticas y transmite entusiasmo y sobretodo esperanza ante un futuro plagado de cerebros empáticos, altruistas y compasivos.


Eduard Punset contó ayer la maravillosa historia de lo que sucede en nuestro cerebro, la materia prima de emociones en que estamos construidos y la necesidad de gestionar tales emociones a través de modificaciones sustanciales en los sistemas educativos.



Con galantería y una hilarante manera de transmitir buen rollo a espuertas se desarrolló una charla de más de una hora de duración en el bullicioso salón Hispalis del Hotel Alfonso XIII. Más de 300 personas respaldaron la iniciativa organizada por el Aula de Cultura del diario ABC (sorpresas nos da la vida!!), Caja Madrid y el grupo Vocento.


Tras el barroquismo edulcorado de la presentación de Fernando Iwasaki, asistimos a un ejercicio de cercanía, aventura y descubrimiento en el que nos convertimos en testigos ( no del todo fiables, como sugiere Punset) de los cambios y novedades en materia de inteligencia emocional y gestión de emociones.

El optimismo que enmarca la obra y el pensamiento desarrollado por Punset es más que evidente cuando transmite de forma enérgica pero pausada cuestiones como el hecho de ser seres privilegiados (flashea eso de ser últimos testigos de un cielo estrellado) o el modo en el que somos capaces de modificar nuestro cerebro a base de ejercitarlo.


La posibilidad de cambiar nuestro cerebro abre puertas y ventanas a salidas profesionales, equilibrios internos para desarrollarnos socialmente y demás sutilezas que nos capacitaran para adaptarnos a un momento, el actual, lleno de cambios que aún no hemos asimilado.
La introducción de modificaciones en los sistemas educativos es la llave para seguir hacia delante fomentando cambios tendentes a la cooperación y asumiendo nuevas formas de aprendizaje a través de la conciliación de entretenimiento y conocimiento.
Se trata de una fábula democratizadora en la que nuestras emociones, esas con las que venimos al mundo y nos hacen sonreír, padecer, disfrutar o añorar, son las herramientas para construirla.


¿Qué podemos esperar de alguien que narra con reposo y confianza que ha dedicado tres horas en amaestrar una mosca para hacerla visible a un sapo?
Ni más ni menos que INTELIGENCIA EMOCIONAL, me encantó la cercanía con la que cuenta anécdotas personales y profesionales, y la jovial energía de quién quiere descubrir qué es lo que hay que hacer para disfrutar antes de morir.

El regalo para mi hermanaIsabel



El domador de moscas atrapó mi intuición...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encaaaaaaaaanta este post. pero creo que falta alguien en la foto no? ximo que te tengo dicho...

Egoitz Azcona dijo...

Eres una privilegiada, que lo sepas.
(:

Loufits dijo...

que guay!!! =)

1 besazo enorme guapa

B a la Moda dijo...

Qué charla más interesante. Me hubiera encantado escucharla! El libro tien igual de buena pinta.


xoxo
B* a la Moda

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